Hay un deseo ahí,
a la vuelta de los
mapas,
entre tu piel
desarmada y mi cuerpo sin guaridas.
Nunca he visto la
sangre de la madre fresca;
y se ofrece así,
como muchachas en
promesas,
tras los bordes
del poema.
Hay un deseo
extraviado que puja por conocer
los olvidos de la
geografía.
Hay un deseo y
vemos
que los jugos se
alborotan
cuando las manos
dejan de pensar
y se rinden al
rito que agradecen los suburbios.
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