Desangelada
fuiste a
buscarte madreselva en los hombros de la lluvia;
matices
firmes
que
definen tu estatura.
Te fuiste
vestida de puños con tu espalda líquida
y ardí
en la
violeta soledad de los domingos.
Afilaste
el grito en las grietas,
en los
álamos rojos del alma.
Todavía me
golpea en lo más puro
este
violento margen
que
olvidaste con tu aliento.
Me dejaste
con el hambre de memoria
hasta que
tu caricia venga a darse.